A simple vista no
es el mejor lugar para una beba de un mes y medio. La televisión prendida en el
living, la música de la radio que viene de la habitación, fotógrafo,
maquillador, peinadora, productora de moda… Todos yendo y viniendo. Pero
Rufina, la primera hija de Eugenia Suárez (21) y Nicolás Cabré (33), duerme
plácidamente. "Es una santa, ¿no?", dice la "China"
embelesada, sin poder quitarle los ojos a su carita redonda y sus ojitos
achinados. En la primera entrevista tras haberse convertido en madre, Eugenia
no puede dejar de repetir las palabras "amor" y
"felicidad". Y lo hace con una sonrisa imborrable que refleja su
presente de plenitud.
–¿Cómo fue el
momento en que te enteraste de que estabas embarazada?
–Fue en
Venezuela, cuando Nico estaba filmando allá. Un día me empecé a sentir mal, me
dolía la panza y le dije: "Hoy no te acompaño, me quedo en el hotel".
Y Martina [Gusmán] le dijo: "Seguro que está embarazada". Cuando
volvió de filmar, me confesó: "Che, Martina dice que seguro estás
embarazada". Me hice un test y dio recontrapositivo.
–¿Cuál fue tu
reacción?
–Yo lo intuía,
así que me lo tomé con tranquilad. Lo más raro fue despertarme al otro día
sabiendo que estaba embarazada. No más alcohol, no más cigarrillos, me tenía
que cuidar.
–¿Quién fue el
primero en enterarse de la buena nueva?
–Mi amiga
Agustina. Fue por teléfono, porque me faltaba un mes para volver a Buenos Aires
y necesitaba compartirlo con alguien. Eran las 3 de la mañana y le mandé una
fotito del test. Ella estaba en un bar y me dijo: "Esperá que voy al baño,
que estoy llorando". A mi hermano se lo conté cuando estuvo de visita en
Venezuela y mi mamá se enteró cuando volví. "Mamá, vas a ser abuela".
Su respuesta fue: "No me jorobes, me tenés cansada con el tema de que
querés ser una mamá joven". [Se ríe].
–De tu grupo de
amigas, ¿sos la primera en ser madre?
–Sí, soy la
primera mamá de mis amigas del cole. ¡Es una locura, porque nos veo tan chicas!
Igualmente, me siento superpreparada.
–¿Cómo fueron los
nueve meses de embarazo?
–¡Eternos! ¡Para
mí fueron quince! Al principio no me daba ni cuenta, porque no me creció la
panza hasta los cinco meses, y como trabajé hasta los siete, menos... El último
tiempo fue más pesado, aunque solo engordé diez kilos.
–¿Te cuidabas
mucho en las comidas o te dabas todos los gustos?
–Yo como lo que
quiero, pero en poca cantidad. Lo que traté de hacer fue tomar mucha agua, pero
nada más.
–¿Tuviste
antojos?
–No. Yo moría por
tener anteojos… Quería que fueran las 3 de la mañana, antojarme con un alfajor
y que Nico tuviera que salir a comprarlo. Pero no, fui una embarazada ejemplar.
No hinché nada, hacía de todo, subía, me trepaba, embalé mucho para la mudanza.
Nico también, pero yo cargaba cosas igual.
–Cuando dejaste
de trabajar, ¿te pusiste a full con los preparativos?
–En realidad,
Nico y yo nos ocupamos de la ropa, de armarle el cuarto… Hicimos todo juntos y
estuvo buenísimo.
–¿Y el parto?
–Espectacular. No
sé lo que es el dolor de las contracciones. No te miento, ¿eh? Hablé con la
partera y me dijo que me esperaba a las 5 de la mañana. Me bañé, me hice un
rodete con fijador, me puse rimmel a prueba de agua por si lloraba, me pinté
con un labial que dura como cuatro horas, terminé el bolso… Quería que Nico me
siguiera viendo linda aun en el momento del parto. Pusimos música, Rihanna, que
a mí me encanta, pero terminamos en cesárea porque Rufi tenía una vuelta de
cordón.
–¿Y entonces?
–Fue raro, porque
con la anestesia no sentía nada, estaba muy cansada, no terminaba de caer.
Recién cuando se prendió a la teta, dije: "¡Es mi hija!". En ese
momento, Rufi me clavó los ojos y nos enamoramos. ¡Es impresionante! Al otro
día le dije a Nico: "Ya quiero tener otro". Me sentía desbordada de
amor.
–¿Cuántos te
gustaría tener?
–¡Si fuera por
mí, tendría ocho! Pero también me gusta mi trabajo, así que tres o cuatro hijos
me parece un buen número.
–¿Nico está de
acuerdo?
–Ya le dije:
"Mi proyecto son cuatro, si te gusta bien y si no, también". [Se
ríe]. El está fascinado, así que seguro va a estar de acuerdo.
–¿Quién eligió el
nombre de la beba?
–No sé por qué se
armó tanta polémica con el nombre, para mí era muy común… Primero nos dijeron
que era un varón, pero al día siguiente me hice otra ecografía y nos
confirmaron que era una nena. Ya lo teníamos pensado. Igual, no lo supo nadie
hasta el día del nacimiento. Rufina me parece un nombre dulce.
–¿Sabés qué
significa?
–"Chica de
rizos dorados, pelirroja", pero no fue por eso.
–¿Qué tal te
definirías como mamá?
–Soy muy
relajada, los dos somos papás muy relajados… Nunca pienso en que puede llegar a
pasar nada malo, no porque no pueda pasar, sino porque prefiero pensar que todo
va a estar bien. Yo sigo siendo la misma, la llevamos a todos lados porque es
una santa, le encanta estar a upa… Seguimos con la misma vida de antes.
–En este mes y
medio, ¿qué te enseñó Rufina?
–Me conecta con
la inocencia pura y me enseña lo que es el amor más incondicional. Yo me
levanto de la cama siempre de buen humor cuando se despierta para comer…Me
encontré con un umbral altísimo de incondicionalidad y de paciencia. Soy una
babosa, me quedo horas viendo cómo duerme. La verdad es que yo soy más bien
arisca, pero con Rufina soy insoportable. Viste que dicen que cuando sos mamá
entendés muchas cosas de tus padres, y es así.
–Durante este
gran momento de felicidad, también tuviste que atravesar la muerte de tu papá.
–Soy muy católica
y siempre me inculcaron que la muerte no es algo malo. Si bien es doloroso,
estoy conectada con mi papá desde otro lado, siento que está presente.
–Te ves muy bien
a un mes y medio de haber dado a luz.
–Durante el
embarazo no hice nada, pero apenas me dieron el alta me "interné" en
BACE, un centro de estética donde me hacen electrodos, masajes, ¡de todo!
Además, engordé muy poco y una vez que nació la beba me quedaron solo tres
kilos de más.
–¿El vínculo con
Nicolás cambió con la llegada de Rufina?
–No, no cambió en
nada. ¡Es tanto el amor que nos une…! Te juro que cuando veo a la beba –una
personita que tiene nuestra sangre, que fue creada por los dos– me cuesta
pensar en que podemos llegar a separarnos algún día. Mucha gente me dijo:
"Mirá que con la beba por ahí lo dejás un poco de lado", pero no me
pasó. Estamos muy unidos.
–¿Y cómo es el
Nicolás papá?
–Es un genio, de
verdad. Los primeros días yo me despertaba cuarenta veces y él estaba para
acompañarme, para que no estuviera sola… Es muy compañero, cambia pañales, la
baña y así es mucho más fácil.
–¿Entonces es
todo como lo soñaste alguna vez?
–¡Sí, son la hija
y el novio que siempre soñé! Tengo una vida feliz y real. Todo el tiempo le
agradezco a Dios que estoy viva, tener esta beba, este novio, esta familia…
Nunca me acostumbro a nada de lo que tengo y creo que por eso me va bien en la
vida. Nico me da mucha seguridad, me hace sentir linda, soy única para él…
Rufina es una beba divina, es demasiado perfecto todo.
–¿Lo vivís con
tranquilidad o te genera culpa?
–Cero, porque
creo que me lo merezco. Soy buena persona, más allá de mis defectos, no tengo
malas intenciones.
–¿Es cierto que a
los 8 años ya estabas enamorada de Nicolás?
–[Se ríe]. No, no
era tan así. Te cuento: hace muy poco encontré una agenda de cuando tenía 8
años y en el 14 de febrero yo había escrito "¡Feliz Día de los Enamorados!"
y había pegado una foto de él. Ahora tengo pegada esa hoja en la heladera. ¿No
es una locura? Lo que son las vueltas de la vida…
–¿Tienen planes
de bautismo?
–Sí, en cualquier
momento se viene eso…La madrina va a ser Agus, mi amiga de toda la vida. Nico
va a tener que elegir el padrino aunque el bautismo no signifique nada para él.
Yo estoy esperando que haga un poco más de calor y ahí pondremos fecha.
–¿De casamiento?
–¡No, no! Nada de
casamiento. Cuando era chica me daban ganas, pero la verdad es que no necesito
un papel.
–¿Pero quizás
alguna ceremonia para celebrar el amor?
–Eso sí. A Nico
le gusta esa idea, pero el tema de firmar algo, un papel, y que te digan
"hasta que la muerte los separe" me da fobia. Si Nico algún día me
dice: "Me quiero separar, no estoy más enamorado", listo, ya está…
Habrá duelo, pero el papelerío complica.
–¿Sos un ama de
casa hecha y derecha?
–Sí, lo disfruto
muchísimo… Me gusta trabajar, tener mi plata y también me gusta la cosa
familiar… Cuando Nico se va todo el día a trabajar o a hacer trámites, me
encanta preguntarle qué quiere comer y esperarlo con todo listo. Creo que de
eso se trata mantener a la persona enamorada… Me gusta darle todo, que me vea
siempre linda. Yo soy muy coqueta, me gusta estar perfumada o mantener la casa
ordenada, algo que a él le gusta… Pero no de sometida, ¿eh? Es algo que me
surge naturalmente, no es un esfuerzo.
–O sea que la
fama de latin lover indomable de Nico no te preocupa…
–Mucha gente me
dijo que me metía en un lío saliendo con él. Cuando empezamos y él estaba
recién separado, me decían: "Te va a querer cambiar". Y yo respondía:
"A mí no me cambia nadie". Quizás otras novias tenían otro carácter o
eran más domesticables. A mí nunca nadie me dio tanta seguridad como él… Yo
salí con otros hombres que me generaban mucha inseguridad o no querían que me
pusiera una pollera corta. A mí tampoco se me cruzaría por la cabeza querer
cambiarlo y, sin dudas, eso lo enamora más de mí.
Fuente: Hola
0 comments:
Publicar un comentario