Desde que se
conocieron, en la primavera del año pasado, Liz Solari (30) y su novio Nacho
Ricci (36) disfrutan de una escapada romántica cada vez que sus agendas se lo
permiten. La primera, a un mes de que Cupido hiciera de las suyas durante una
producción de fotos en la que Nacho estaba detrás de la cámara y Liz era su
musa, fue al exclusivo hotel Fasano Las Piedras, en Punta del Este, y de esa
miniluna de miel a orillas del mar salieron las imágenes que confirmaron el
romance. Es que a los dos les gusta vivir unos días a puro amor, lejos de las
obligaciones, en los que las únicas prioridades sean el relax, vibrar al
contacto con la naturaleza y consentirse uno al otro. Y con ese plan en mente
viajaron a Chapelco, donde, además de perfeccionar su estilo sobre las tablas
–ella tomó clases y terminó su ski week con una buena performance y él, con más
experiencia en este deporte, se concentró en bajar las pistas con mayor grado
de dificultad–, compartieron una rutina superdistendida, muy similar a la que
llevan en su casa. Pocas salidas, meditación al amanecer y con la caída del
sol, el placer de cocinar juntos (los dos son vegetarianos), lectura y mimos
frente al fuego del hogar...
Fanáticos de la
vida en la alta montaña, Liz y Nacho eligieron la privacidad de una cabaña en
el hotel Los Techos, cuyas ventanas frente al cerro nevado ofrecen la postal
más espectacular del lugar, y no se dejaron ver por San Martín de los Andes.
Felices y enamorados como el primer día, aprovecharon esta semana lejos de la
ciudad para celebrar su primer año juntos, al tiempo que la actriz también se
dedicó a repasar el guión de su personaje en la película Ley primera, de Diego
Rafecas, que empezó a filmar en el país y terminará de rodar en Estados Unidos,
adonde viajará en octubre. Es que la rubia está dedicada full time a
desarrollar su carrera en cine: a principios de este año se estrenó Mala, donde
participó bajo las órdenes de Adrián Caetano, y ya filmó otra película más,
Amapola, con guión y dirección de Eugenio Zanetti.
La inmensidad de
Chapelco los tentó para vivir una apasionada semana en la alta montaña que,
además de esquí, incluyó largas caminatas de la mano por el bosque y paseos en
moto de nieve. Y, aunque debieron volver a Buenos Aires dos días antes de lo
previsto por cuestiones profesionales, la estadía en el cerro resultó tal como
la habían soñado: perfecta para escribir otro capítulo en su historia de amor.
Fuente: Hola
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