Cuando camina por
la calle y la reconocen, se encoge de hombros y sonríe. Pero confiesa que
siente vergüenza, que prefiere no llamar la atención. Para conversar con
¡Hola!, Florencia Bertotti elige un bar solitario, en las Lomas de San Isidro.
"Me siento incómoda si la gente escucha que me hacen una entrevista. Van a
preguntarse: ‘¿Quién se cree que es?’. Y no quiero sentirme enorme",
asegura. Atrás quedaron los días exitosos de Floricienta, de ídola de tantos
teens, de la vorágine de horas de grabación y ensayos. A los 30, dejó en pausa
la actuación y se mudó del centro a San Isidro. Acompañada por el amor de su
vida, Federico Amador (37), con quien convive desde hace tres años y medio,
disfruta de criar a Romeo (5), el hijo que tuvo con Guido Kaczka (35), y encara
Pancha Buenos Aires, moda para chicos.
–¿Cómo fue el
cambio a empresaria creativa?
–Toda una
decisión. El primer año de vida de Romeo trabajé demasiado. Protagonizaba Niní,
la producía, escribía las letras de las canciones, estaba metida en el
vestuario... Era demasiado trabajo. No encontraba un término medio para
disfrutar de mi hijo y del trabajo. Sentía miedo de abandonar la actuación, por
temor de no encontrar otra cosa que me gustara. Pero hay que correr los
riesgos, más cuando tenés 30 años.
–Entonces surgió
Pancha...
–Siempre me gustó
la ropa, me encanta vestir cancheros a los chicos. Cuando fui mamá empecé a
descubrir esa pasión. Mi primera línea fue de pijamas, me mandé macanas, pero
aprendí mucho.
–¿Ahora te ayuda
alguien?
–Mi suegra,
Mercedes, que tiene una fábrica de zapatos hace más de quince años, que se
llama Meche. Ella me guía. Yo soy muy expeditiva y empujo las cosas hasta el
final. Empecé de cero, armé el logo, busqué un local cerca de casa y hace tres
meses lo inauguramos.
–¿Extrañás la
televisión?
–A veces miro
escenas increíbles y me da nostalgia. Estoy en un recreo de la actuación, pero no
en el retiro. Puse la cabeza en otro lado, quiero pasar más tiempo en mi casa,
con mi hijo y dedicarme más a la familia. Creo que hay que ser auténtico con lo
que uno quiere.
–¿Tiene que ver
con la llegada de los 30?
–Cuando faltaba
poco para cumplir años me paralicé, no lo puedo negar. Me impresionaba la
cifra. Pero también sé que simboliza un montón de experiencias vividas y no
tuve crisis. Romeo también me ayuda, me inyecta energía.
–¿Sos una madre
moderna?
–Fui madre a los
25 y lo hijos te cambian tengas la madurez que tengas. Modifican tus
prioridades, te ponen en otro eje. Romeo me dio vuelta como una media.
–¿Cómo se llevan
Romeo y Federico, tu novio?
–Muy bien.
Conviven, se quieren y se tienen en cuenta. Romeo le dice "Toto" a
Federico y lo quiere mucho, lo admira. Es lo mismo que me pasa con Vito y Ciro,
los hijos de Fede. Tenemos códigos entre la familia, actividades que nos
divierten a todos. Disfrutamos del tiempo que estamos los cinco juntos.
–¿Cuánto hace que
viven juntos?
–Tres años y
medio. Y ya estamos ensamblados. Con Fede logré armar la familia que siempre
soñé. El acomodamiento llevó su tiempo, porque cada uno tuvo que encontrar su
lugar, pero los chicos, en ese sentido, son plásticos, auténticos y te van
guiando.
–¿Piensan en
tener un hijo?
–Sí, nos
encantaría. Con Fede decimos que si tenemos un varón podemos armar un equipo de
fútbol. Un varón más para mí sería un placer, principalmente, porque las madres
somos las novias eternas.
-¿Y qué tal es la
convivencia de Romeo con Vito y Ciro, los hijos de Federico?
–Fede dice que
son una bandita. Para mí son tres terribles. Imaginate, tienen 6, 5 y 3, todos
varones, descontrolan la casa cuando están juntos. Pero es un enorme placer.
–¿Cuánto creés
que tuvo que ver Federico en tu nuevo proyecto?
–Fue el primero
que me alentó en mi nuevo desafío. El es mucho más tranquilo que yo, más
pausado y siempre me apoyó. Cuando surgió mi emprendimiento me ayudó muchísimo.
–¿Qué te enamora
de él?
–Me pongo
colorada. [Se ríe]. Me enamora todo, ¡me encanta! Es dulce, compañero,
generoso, buen padre, buen amigo... ¡Todo! ¿Qué te voy a decir? Estoy muy
enamorada y plena. No hay nadie en el mundo que me haga más feliz.
Fuente: Hola
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